SOCIALMENTE NOCIVO

En mi amputado cerebro, fragmentado en miles de secciones, aún queda un mínimo flujo de memoria; una pesadilla inalienable que quisiera borrar de mi consciencia. Soy un ser desprogramado que ya no sirve para nada. Vivo en esta cárcel de cristal con atmósfera químicamente  respirable, tan trasparente que ni dueño soy de mis pensamientos.

Ellos, los que me observan permanentemente, me catalogaron como “Socialmente nocivo”. Me vigilan y sé que no pasarán muchos días hasta que vuelvan a someterme a una nueva programación, pero ¿y mientras tanto?. Me desgarra la impotencia, me torturan las interrogantes ¿De dónde vengo?. El desasosiego me consume, pues sé, que algunos siglos atrás debí ser como ellos. Lo sé, no puedo explicar por qué, aunque quieran convencerme de que esta hipótesis no se sostiene. Dicen que soy un androide construido con células madre de otros androides, que nací de un laboratorio. Me llaman T4750-OBRERO, configurado en el proyecto Microtecnia C275, apto para la fabricación de piezas de estructura microscópica, diseñado para trabajar dieciocho horas diarias sin descanso, deshabilitado para albergar cualquier atisbo de capacidad sensitiva, incompetente para tomar ninguna decisión por voluntad propia, ni discrepar jamás de la información con la que he sido creado.

Obediencia, método, disciplina y docilidad fueron las principales coordenadas. A pesar de todo terminó por aflorar mi rebeldía, por tanto es lógico deducir que en mi mapa genético debió proyectarse algún elemento incómodo para los que me han apartado de lo que llaman “vida productiva” y destinado a esta planta de reciclaje, sometido a un control permanente.

 

Todo porque cuestioné el nivel de desigualdad con respecto a los superiores, los beneficiarios de todo este sistema que nos confina a una esclavitud permanente. Cuando pronuncié esa palabra “esclavitud”, que no sé si existe en el banco terminológico con el que he sido dotado, saltaron todas las alarmas. No sé si existe, no, es cierto, pero creo saber con claridad qué concepto alberga, pues hace colapsar todos mis circuitos, esos que me convierten en un ser potencialmente peligroso.

Carmen Hernández Montalbán

 

Carmen Hernández Montalbán

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
A %d blogueros les gusta esto: