Mi nombre es Carmen Prieto Gómez y si algo aprendí con la enfermedad, es que el tiempo deja de ser eterno y que probablemente nos acaba de tocar el turno a nosotros.
La enfermedad es cruel, porque cambia las reglas del juego, la amenaza del exterior ya está en el interior y no lo podemos controlar.
Es difícil aceptar que nuestros planes cambian y el sufrimiento representa la pérdida de tiempo y de oportunidad. De golpe se nos va una parte muy importante de nuestra vida, LA SALUD.
Hay una idealización del sufrimiento, un discurso estandarizado que me toca las narices.
Un sobre-dimensionamiento de los beneficios del dolor, toda la luz puesta ahí y un apagón en todo lo que se rompe para siempre, “gracias a lo que sufriste ahora eres lo que eres” y variantes de esa naturaleza.
El sufrimiento es inevitable, sí, pero no nos hace mejores, ni sus hipotéticos beneficios compensan nada.
El sufrimiento duele, nos deja más o menos rotos (provisionalmente, o para siempre), el cuerpo y el alma heridos, con cicatrices efímeras o de por vida, irreparables a veces, pedacitos de quien fuimos, unidos como buenamente podemos.
Del sufrimiento no salimos mejores, salimos jodidos, cansados, aliviados en el mejor de los casos, y con eso tiramos adelante porque no queda otra. Eso es todo.
Nada nunca compensa el sufrimiento, cuánto menos un sufrimiento prolongado y profundo.
El sufrimiento sólo tiene una cosa «buena»: enseña empatía. A ponerse del lado del que sufre, porque somos nosotros los que sufrimos. Nos enseña que somos humanos y no dioses.
Podemos ser resilientes, que es la capacidad que tiene la persona para adaptarse positivamente a situaciones adversas,
Pasarlo mal siempre es una puta mierda, se mire por donde se mire.
Pero criticarlo todo, es casi peor, se mire también, por donde se mire.
A vivir hasta que podamos.-

La mirada del otro,
El que mira más allá de lo que se ve en la superficie,
La elevada sensación de saberse igual
Al que sabe dónde está la verdad
De lo que no tiene certeza pero es real,
El deseo de ser el que vemos diferente
Y no nos atrevemos a mirar de cerca,
Toda esa variedad de contrariedades
Es una dificultad sentida con el dolor
De sentir cómo se desangr la herida.